Twitter y el empoderamiento del electorado

Muchos sostienen que la política tradicional ha muerto. Y algo de razón hay, aunque aún convivimos con prácticas históricas, Twitter ha ocupado el lugar de privilegio para llegar a las grandes masas. Especialmente entre los nativos digitales, indiferentes con otro tipo de comunicación, aparentemente apolíticos. La red de microblogging ha sido parte de todas las estrategias de partidos alternativos de gran crecimiento en todo el mundo, desplazando incluso a partidos consolidados por décadas en el poder.

El lenguaje directo, breve y contundente de Twitter penetra los sectores sociales como no lo podría hacer ningún otro medio de comunicación, ni los diarios, ni la TV o la radio. Tampoco otras redes sociales como Facebook, que pasa a ocupar en ese contexto el rol secundario de apoyo, donde se pueden desarrollar más profundamente algunos contenidos. Pero el impacto, el insight, el tiempo real, la explosión de una frase que pega en la audiencia, van de la mano de Twitter.

Además de favorecer un medio ágil para comunicar, asegura una participación social variada y ecléctica, que si se sabe escuchar enriquece y aporta a las ideas previas y los proyectos.

Las promesas de campaña, los anuncios de candidatos, las últimas noticias de alianzas, las aclaraciones de alguna mala interpretación a dichos ocurridos por otros medios, la respuesta a una acusación, la invitación a un debate, la lucha contra la corrupción, el pedido de participación y compromiso popular, la crítica descarnada y hasta las campañas de desprestigio, todo pasa por Twitter para la nueva política. Hasta la humanización de candidatos que intentan mostrarse en su rol de familia, abriendo las puertas de su intimidad y la de sus colaboradores más cercanos. Con sus hijos y hasta sus mascotas.

Twitter ofrece a los políticos esa sensación de cercanía con los electores, reemplazando a las campañas masivas en estadios y plazas, donde miles de personas se movilizaban para una gran fiesta y celebración democrática, la que le daba identidad a los partidos tradicionales. Ese movimiento social hoy transcurre virtualmente, y a diferencia de las estimaciones de cuántas personas habían concurrido a un meeting político, la medición de las conversaciones referidas a la persona del político y sus ideas , es posible gracias a las herramientas tecnológicas en tiempo real.

No olvidemos que Twitter funciona como la otra pantalla, cuando los políticos están en la TV, amplificando el alcance de su presencia a límites insospechados. En reportajes y debates, la presencia de los políticos en programas de televisión ya no rinde por sí misma, sino en función de la repercusión social en Twitter, por los hashtags que se producen durante la emisión, la cantidad de menciones, la posibilidad de ser trending topic  y, fundamentalmente, la posibilidad de marcar agenda a los otros medios, y más aún por adelantarse a la agenda de los otros políticos.  A la mañana siguiente los titulares reflejan ampliamente la repercusión en Twitter, casi a la par que las definiciones realizadas.

Lo cierto es que Twitter ha sido esencial en las elecciones más recientes, en cualquier parte del mundo, y es parte fundamental de cualquier tipo de movimiento de reclamo de justicia y derechos humanos y de cualquier otra cosa que uno se quiera imaginar. Su fuerza comunicacional está fuera de toda duda. Lo que es notable es que los políticos lo han aprovechado más que los partidos. La estructura de un partido no es tan plástica al vaivén de opiniones del electorado. Twitter no ha matado a los partidos políticos, pero ha enaltecido las figuras individuales hasta convertirlas en liderazgos consolidados. De ahí el interés de lo que se dice en 140 caracteres, de los memes ridiculizando dichos y situaciones, y de la catarata de críticas que pueden surgir de un minuto al otro ante un mal gesto o una decisión desafortunada. Porque no solo se trata de un nuevo medio de comunicación, sino de saber usar un nuevo lenguaje que atraviesa la sociedad en todos sus estamentos para generar engagement.

Twitter también logró el empoderamiento del electorado, no por su rapidez e instantaneidad, no por su facilidad de uso, no por su llegada a todos los sectores sociales, no por facilitar la comunicación entre electores y entre éstos y los políticos, no por su masividad, no por todos los puntos a favor que podríamos enumerar sobre Twitter como red social. Sino porque los electores, todos, están allí, representando clases sociales, grupos demográficos y regiones, en una diversidad social rica y múltiple. Y ya sabemos que donde están todos, los políticos quieren estar también. Para movilizarlos.